Eran los Ăşltimos dĂas de verano y David habĂa sido invitado a la celebraciĂłn del cumpleaños de uno de sus primos mayores. El festejo fue enorme, habĂa una gran tarta, una bĂşsqueda del tesoro y muchĂsimas diversiones más. DespuĂ©s de corretear por toda la casa y participar en sus juegos favoritos, David y los otros niños fueron hacia el jardĂn, a donde se habĂa trasladado la fiesta.
Mientras los adultos conversaban, los niños seguĂan corriendo y haciendo travesuras. De repente llamĂł la atenciĂłn de David una enorme fila de diminutas hormigas, que iban muy atareadas transportando pequeñas cantidades de comida.
Se quedó mirando fijamente a las hormigas durante algunos segundos, hasta que agarró una para verla más cerca y casi de inmediato intentó aplastarla entre sus dedos. Afortunadamente para la hormiga, la madre lo llevaba observando un buen tiempo y en cuanto se dio cuenta de sus intenciones, lo detuvo.
David mirĂł a su madre con cara de desconcierto, al igual que los demás niños que habĂan presenciado la escena y se agrupaban alrededor. La madre con tono dulce le dijo al niño:
– ¿Por quĂ© las lastimas, acaso te han hecho daño? ¿No ves lo duro que están trabajando para recolectar comida para el invierno? – La madre se volviĂł y dijo al resto de los niños que la miraban con atenciĂłn.
– Nunca debemos intentar dañar a un animal solo porque podemos. En cambio debemos cuidarlos e intentar aprender de ellos. Las hormigas por ejemplo, a pesar de ser tan pequeñas, son de los insectos más laboriosos y fuertes que existen en la naturaleza. ¿No ven cĂłmo colaboran todas juntas para transportar cargas mucho más grandes que su tamaño?
David de inmediato se sintiĂł arrepentido por la mala acciĂłn que casi habĂa cometido y prometiĂł a su mamá que nunca más intentarĂa dañar a un animal, por pequeño que este fuese. Sus amigos, al igual que David, aprendieron aquel dĂa una valiosa lecciĂłn que recordarĂan toda la vida.
Mientras los adultos conversaban, los niños seguĂan corriendo y haciendo travesuras. De repente llamĂł la atenciĂłn de David una enorme fila de diminutas hormigas, que iban muy atareadas transportando pequeñas cantidades de comida.
Se quedó mirando fijamente a las hormigas durante algunos segundos, hasta que agarró una para verla más cerca y casi de inmediato intentó aplastarla entre sus dedos. Afortunadamente para la hormiga, la madre lo llevaba observando un buen tiempo y en cuanto se dio cuenta de sus intenciones, lo detuvo.
David mirĂł a su madre con cara de desconcierto, al igual que los demás niños que habĂan presenciado la escena y se agrupaban alrededor. La madre con tono dulce le dijo al niño:
– ¿Por quĂ© las lastimas, acaso te han hecho daño? ¿No ves lo duro que están trabajando para recolectar comida para el invierno? – La madre se volviĂł y dijo al resto de los niños que la miraban con atenciĂłn.
– Nunca debemos intentar dañar a un animal solo porque podemos. En cambio debemos cuidarlos e intentar aprender de ellos. Las hormigas por ejemplo, a pesar de ser tan pequeñas, son de los insectos más laboriosos y fuertes que existen en la naturaleza. ¿No ven cĂłmo colaboran todas juntas para transportar cargas mucho más grandes que su tamaño?
David de inmediato se sintiĂł arrepentido por la mala acciĂłn que casi habĂa cometido y prometiĂł a su mamá que nunca más intentarĂa dañar a un animal, por pequeño que este fuese. Sus amigos, al igual que David, aprendieron aquel dĂa una valiosa lecciĂłn que recordarĂan toda la vida.
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