Caperucita y las aves


Hubo una vez en el mundo, un invierno crudo y feroz, que hacía temblar de frío todas las criaturas del bosque, en especial los pájaros pequeños. La nieve cubría la tierra, y llenaba de fría escarcha las ramas de los árboles. De esta manera, era imposible para las avecillas buscar comida con que alimentar a sus crías.

La hermosa y buena Caperucita, sintió compasión de los pajaritos y comenzó a llenar su ventana con granos de arroz. En pocos segundos, la ventana se llenó de estas criaturas, que además, buscaban el calor de la casa. Entonces, Caperucita dejó pasar a todas las aves del bosque, quienes se refugiaron a los pies de la chimenea.

Con el tiempo, los alimentos comenzaron a escasear tambiĂ©n para los hombres, y la aldea vecina decidiĂł atacar el poblado donde vivĂ­a Caperucita con el fin de arrebatarle todas sus provisiones. “Nos superan en nĂşmero. Debemos pedir ayuda al Rey” gritĂł uno de los habitantes, pero otro dijo “Es imposible. Los caminos están cubiertos por la nieve”.

Entonces, la joven Caperucita pidiĂł a la paloma que enviara un mensaje al rey, y la blanca ave pareciĂł entender, pues saliĂł a toda velocidad por la ventana. Con el paso de los dĂ­as, Caperucita no recibĂ­a noticias de la paloma y para colmo de males, los enemigos habĂ­an entrado en el pueblo con la intenciĂłn de saquear cada una de las casas.

Fue en ese preciso instante, cuando asomó la esperanza, y aparecieron milagrosamente los guardias del Rey, propinando una severa golpiza a los malhechores, quienes huyeron a toda prisa del lugar. La paloma mensajera llegaba detrás, volando con sus últimas fuerzas hasta caer en las manitas tiernas de Caperucita.

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